post 2025

La salud de una pareja se sustenta en la madurez individual de quienes la forman.

Cuando cada uno afronta la relación con autoconocimiento, es más probable que se pueda construir un espacio de respeto, comprensión y crecimiento mutuo.

La inmadurez, en cambio, siembra conflictos, dependencias y dificulta la resolución de problemas.

Así, invertir en la madurez personal es hacerlo en la salud de la relación. No hacerlo es dejar a esta débil, vulnerable y, por lo tanto, propensa a enfermar de gravedad.

Vivimos en una era dominada por los sucedáneos. El auge del porno, las redes sociales o las relaciones esporádicas son solo algunos de los muchos síntomas de una sociedad que prioriza la gratificación instantánea y la comodidad sobre las relaciones humanas auténticas. La búsqueda de lo fácil, la evasión de los riesgos y el miedo al rechazo nos alejan de la profundidad y la riqueza de las conexiones reales.

Esta inclinación hacia lo fácil nos lleva a experimentar la vida de forma fragmentada, evitando aquellas facetas que nos resultan incómodas o desafiantes. Al hacerlo, nos privamos de la oportunidad de vivir la experiencia humana en su totalidad. Solo al abrazar la complejidad y la vulnerabilidad de las relaciones genuinas podemos descubrir nuestra verdadera esencia y conectar con los demás a un nivel profundo.

Es crucial recordar que somos seres sociales por naturaleza. Necesitamos el contacto humano, la cercanía física y emocional, para nuestro bienestar psicológico y emocional. La risa compartida, el consuelo en momentos difíciles, la mirada cómplice... son experiencias que no pueden ser sustituidas por ninguna imitación.

Difícil es dialogar con nuestro dolor, preguntarle qué nos quiere decir y aprender de él.

Necesario es hacerlo, pues solo mediante los mensajes que este nos trae podemos desarrollarnos como personas íntegras.

Tapar, evitar, huir de lo que nos molesta nos traerá una paz temporal y ficticia, pero nunca un avance real.

Encontrar tu lugar en el mundo; conocer lo que te nutre y disfrutar nutriéndote. Esto te hará mejor a ti y a todos aquellos que estén a tu lado.

Sacrificar lo que eres por encajar en lo que crees que otros esperan, te empobrecerá a ti y a ellos.

Hay conversaciones que dan a luz nuevas realidades. En ellas surge algo diferente en el mundo, algo que necesitó de dos o más mentes que supieron, quisieron y disfrutaron creando al unísono.
Las personas estamos limitadas por nuestro conocimiento de la realidad. Este, mayor o menor, nos permite trabajar sobre él y, por supuesto, si estamos abiertos a aprender de lo que no sabemos, este será ampliable.
Cuando nos atrevemos a dar y recibir, y a transformar todo eso con la ayuda de otros que están igual de dispuestos que nosotros, podemos crear algo que nos aportará algo que nunca podríamos haber logrado sin la presencia de la otra parte.

Parece como si existiera en el cerebro una región totalmente específica, que podría denominarse memoria poética y que registrara aquello que nos ha conmovido, encantado, que ha hecho hermosa nuestra vida.
La Insoportable Levedad del Ser.
¿Quién eres en realidad?
¿Todavía necesitas lo que te llega de los demás para saber quién eres?, ¿aún no has aprendido a conectar con lo que tu yo te dice de ti y del mundo?"
¿Te ves reflejado en aquellos que te criaron? ¿Sigues sus pasos, repitiendo sus acciones y creencias? ¿O quizás te rebelas contra ellos, buscando ser diferente?
Si esto es así, es posible que aún no te hayas encontrado a ti mismo, que aún estés buscando ser una persona con la única referencia que te dan los otros, siguiendo lo que se supone que debe de ser.
Esta manera de estar en el mundo está centrada en la forma y no en lo profundo; en lo que tienes, ganas o pareces, y no en lo que de verdad sientes al conectar con las personas y acciones que para ti son importantes.
Vivir en pareja en modo supervivencia: gastar nuestras energías en mantenerla y olvidar vivirla para enriquecernos mutuamente.
En muchas ocasiones, las relaciones de pareja se ven atrapadas en una dinámica de supervivencia. En lugar de ser una fuente de alegría, apoyo mutuo y crecimiento personal, la relación se convierte en una lucha constante por mantenerla a flote. Las energías se centran en resolver conflictos, superar obstáculos y evitar que la relación se derrumbe, dejando de lado lo más importante: disfrutar del vínculo y construir un proyecto de vida juntos.
Esta dinámica de supervivencia puede manifestarse de diversas formas. Algunas parejas se ven envueltas en discusiones constantes, otras se distancian emocionalmente y algunas más se refugian en la rutina y la monotonía. En todos los casos, la relación se resiente y el bienestar de ambos miembros se ve comprometido.
Si nos permitimos crecer, siempre habrá algo nuevo que compartir.
Si no nos limitamos, si nos apoyamos mutuamente y respetamos lo que cada uno considera importante, seremos personas en constante aprendizaje.
Aquellos que se enriquecen continuamente son los que siempre tienen algo que aportar: información interesante, experiencias enriquecedoras, ideas innovadoras, etcétera.
Así, cuando dos personas se ayudan a vivir plenamente y no solo a sobrevivir, siempre tendrán nuevas vivencias que compartir.