La forma en la que los seres humanos percibimos, interpretamos e intentamos relacionarnos con la realidad, va dirigida en muchas ocasiones por un mandato muy claro, el que nos dice que la mejor opción siempre es la que nos aporta el mayor grado de beneficio económico, social, sexual, .. Por suerte, esto no siempre es así, pues de serlo, nuestro mundo se convertiría en un lugar de muy difícil supervivencia para gran parte de los que en este habitan, ya que en el conseguir lo mejor para uno mismo podría incluirse el perjuicio desmedido en el otro.
Gracias a lo que podemos conocer como cognición moral o, de manera más sencilla, moralidad, la mayor parte de individuos no siempre siguen esa máxima que habla de ganar todo lo posible siempre y sí tienen en cuenta la expectativa de que las acciones que los conducen a la obtención de beneficio puedan ser éticas, morales o, simplemente, buenas.
Estudiando esta parte tan importante de nuestra psique, Yu, Siegel y Crokett (2018), evaluaron con un marco de trabajo similar las diferentes dimensiones tenidas en cuenta tradicionalmente en este campo, con el objeto de encontrar puntos comunes entre todas ellas. Concretamente, estas fueron la toma de decisiones morales, el juicio moral y la inferencia moral, más diferentes fenómenos que incluyen a dos áreas de estudio distintas, como es el caso de la hipocresía, la influencia moral y los juicios morales centrados en la persona.
El resultado más notable extraído de esta investigación fue la localización de un componente esencial, el de la aversión al daño o, lo que es lo mismo, la experiencia negativa relacionada con la posibilidad o el hecho de provocar perjuicio al otro.
Esto último es señalado por los autores como elemento básico en la manera en como valoramos y actuamos en situaciones en las que nuestro beneficio puede implicar que el otro se perjudique y nos dice que, en tales circunstancias, la gente, conforme más se ajustan a criterios morales, intentarán que lo primero genere en la menor medida posible a lo segundo. Lo cual, sin duda, dibuja un panorama mucho más alentador en el terreno de las relaciones humanas en comparación a lo que podría ser en su ausencia.
Aquí es muy interesante el concepto de hiperaltruismo, idea que nos explica que la tendencia a experimentar sentimientos negativos como la culpa o la vergüenza cuando el resultado de las acciones propias ofrece un resultado negativo en los demás y que, consecuentemente, hace que el valor del beneficio obtenido por la actuación desarrollada disminuya, lo que, además, lleva a que algunos prefieran perjudicarse ellos mismos antes que provocarlo en los demás.
Sobre este tema, Capraro (2017), llevó a cabo un estudio en el que, a través de situaciones de juego, los participantes debían de tomar una serie de decisiones donde, en muchas ocasiones, debían de escoger entre perjudicar económicamente a determinados desconocidos o a ellos mismos. Uno de los resultados más interesantes fue que un sexto de los participantes prefirieron ser ellos los damnificados antes de que fueran los otros.
Estos datos nos pueden dar una pista de la existencia de un porcentaje de personas en las que esa tendencia a tener en cuenta el daño provocado en el otro en sus valoraciones y decisiones puede ser llevada hasta una zona que podríamos considerar extremista y que, por lo tanto, sería lógico pensar que son más sensibles a determinadas situaciones problemáticas asociadas como, por ejemplo, a la manipulación por parte de individuos o grupos que, precisamente, por no tener ese nivel de aversión al daño al otro pudieran sacar una ventaja peligrosa.
Así, se observa que en nuestras decisiones morales el tener en cuenta al otro es algo que en apariencia es casi universal y que esto funciona buscándose un ajuste entre beneficios propios y perjuicio ajeno. Además, también parece que en una parte de la población minoritaria, pero importante, esto llega a niveles que podríamos considerar susceptibles de comprometer su seguridad.
Las cuestiones señaladas podrían ser interesantes y valiosas si fueran tenidas en cuenta en el de diseño de intervenciones terapéuticas aplicadas a diferentes casos en los que, como consecuencia de determinada problemática, el paciente pudiera estar provocando cierto daño a gente significativa para él sin tener la suficiente conciencia del hecho. Así, por ejemplo, imaginemos una situación en la que, debido a la evitación de ciertas situaciones que provocan ansiedad, el que la llevase a cabo estuviera perjudicando a toda la familia sin percatarse de ello.
De igual manera, también validaría la idea de que es eficaz mostrar las consecuencias nocivas en los demás como medio de prevención de determinadas conductas socialmente reprobables: machismo, acoso escolar, perjuicio medioambiental, racismo, …
Lista de referencias.
Capraro, V. (2017). The emergence of hyper-altruistic behaviour in conflictual situations. Journal of the Royal Society Interface, 14(132), 20160859. https://doi.org/10.1098/rsif.2016.0859
Yu, H., Siegel, J. Z., & Crockett, M. J. (2018). Modeling morality in 3-D: Decision-making, judgment, and inference. Trends in cognitive sciences, 22(3), 192-204. https://doi.org/10.1016/j.tics.2017.11.010
Autor: Juan Antonio Alonso.