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NUESTRA VOZ CRÍTICA

Las diferentes escuelas psicológicas han intentado describir la complejidad de nuestra psique de diversas formas. Para ello, muy a menudo, se ha intentado distinguir distintos elementos o estructuras que pueden componer a esta, modos de usarla o perspectivas desde las que la vivimos. De una manera u otra, casi todos los modelos utilizados aportan, en mayor o menor cantidad, visiones complementarias, la cuales, consideradas de abiertamente, pueden enriquecerse mutuamente. De este gran mar de conocimiento sobre cómo funcionamos a un nivel mental, merece especial atención una parte de nuestra mente que ha sido denominada de diferentes maneras y que aquí lo vamos a hacer con el nombre de voz crítica.

Este concepto nos habla del conjunto de pensamientos propios que nos indican lo mal que actuamos, lo ineficaces que somos o la inmoralidad de nuestros comportamos; aquellos que remarcan el fallo, lo incorrecto, lo impropio,… y, no solo de nosotros, también lo hacen respecto a nuestros hijos, parejas y muchas otras personas cercanas y no tan cercanas. 

Se puede decir que es la estructura que busca el error, pero no solo eso, sino que lo hace con una nota característica esencial, con la clara intención de castigar. Así, sin esto último, el castigo, no puede entenderse a esta voz. No  se trata pues solo de palabras en nuestra mente, hablamos sobre todo de emociones relacionadas con la agresión, el odio, el daño,..., a nosotros y a los demás. Es nuestro lado no compasivo, el cual algunos han llegado a definir como la parte sádica, la que tiene como misión provocar dolor por no ser lo que se tiene que ser o no hacer lo que supuestamente tuvo que ser realizado.

Como gran parte de lo que ocurre en nuestro mundo psíquico, no somos conscientes de todo lo que conforma a la voz crítica, solo podemos percibir retazos de esta, pues, como muchas otras cosas, se asienta mayormente en lo que se ha dado a conocer como subconsciente. Eso sí, una atenta observación puede hacer que elementos de esta no observables en un principio, con paciencia y dedicación, lleguen a ser conocidos y entendidos.

El origen de esta se asienta en todas esas ocasiones en las que las personas de nuestro entorno nos dijeron lo que está mal de una manera inquisitoria, con el castigo físico y  verbal como estandarte principal.  Por supuesto, entre el elenco de posibles responsables, nuestros padres o figuras principales de crianza cargan con la mayor responsabilidad. Aunque aquí también hemos de incluir a maestros, amigos, sacerdotes,…

Es posible entender a esta voz como el producto que genera el ser humano como sociedad para que sus miembros se constriñan a una serie de normas mediante el uso de la coacción, el daño y el miedo a todo esto. Pero no de una manera tácita, concreta, externa, sino a través de un dolor que experimentamos, pero que no tiene la forma de castigo físico, económico o directamente social.  Así, por ejemplo, podemos sentirnos muy mal con nosotros mismos sin que esto conlleve incumplir ninguna ley y por lo tanto recibir un castigo económico,  privación de libertad, aislamiento o crítica social cercana.

Por lo tanto, aunque el origen de esta voz está en la gente que nos rodea, nosotros la experimentamos como algo nuestro, independiente de los demás. Por esto, también son muchos los expertos que nos dicen que es un elemento que como especie hemos generado con la función de ayudar a que cada individuo viva conforme a una serie de normas o preceptos que denominamos morales sin necesidad de una fuerza externa vigilante y sancionadora, aunque esta sí exista en su génesis.

Lo dicho nos puede dejar un par de ideas notables con las que cerrar este artículo. Esta parte de nuestra psique es útil por lo que supone de autolimitación del ser humano y, de esta manera, como elemento que hace que cumplamos ciertos principios, valores, normas,…, la cuales nos ayudan a convivir. Pero, a la vez, la crueldad de las herramientas que usa, por más que sean eficaces, tienen un gran coste para el ser humano, el cual, incluye conductas perjudiciales como podría ser el aislamiento, rechazo de oportunidades, conflictos con los demás, pero que pueden ir mucho más lejos, pudiéndose responsabilizar de la mayor parte de suicidios y de muchos crímenes.

Autor: Juan Antonio Alonso.

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