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RELACIONARNOS IMPLICA COMETER ERRORES Y APRENDER DE ELLOS.

Casi todas las cosas que realizamos, de una forma u otra, se dirigen a conseguir algo. Puede decirse que lo que hacemos las personas siempre va encaminado hacia el logro de metas cercanas en el tiempo, a más largo plazo, relacionadas con la supervivencia, inclinadas a mantener relaciones con otras personas, destinadas a temas transcendentales, etc.  Con indiferencia de los objetivos perseguidos, no parece fuera de duda que no siempre  estos se alcanzan y, en muchísimos casos, para que esto sea así, es necesario que se den múltiples intentos.

Lo dicho parece más que lógico, lo que se ve de manera muy clara en la manera en la que adquirimos los diferentes aprendizajes. Así, a poco que analicemos cómo lo henos ido haciendo, podremos ver que no existe otra manera que pasando por múltiples errores que,  junto con el apoyo indispensable de lo que nos aportan los demás y el mundo, nos llevan a acercarnos de manera progresiva a las formas correctas o, dicho de otra manera, a las metas propuestas.

Veamos esto último en un ejemplo. Para aprender determinados ejercicios de álgebra en el colegio, necesitamos atender a determinadas explicaciones que nos da el profesor y que aparecen en el libro, después debemos intentar llevar a cabo los diferentes ejercicios que nos plantean y, tras esto, corregirlos, nuevamente siguiendo los que nos marca el docente y textos explicativos usados.

Los ejemplos podrían ser múltiples, aquí, en este artículo, queremos pararnos en cómo realizamos todo esto en un ámbito concreto y especial, el de las relaciones personales con personas concretas porque, en este aspecto, estas deberían ser interpretadas como un aprendizaje de igual manera.

Cuando las personas inician una relación, ya sea de amistad, laboral, sentimental,…, estas tienen a actuar con el otro intentando interpretar el mundo interior de este. Es decir, de alguna manera, interpretamos lo que piensan y sienten los demás para relacionarnos con ellos, lo cual, siguiendo la lógica ya descrita, es muy posible que sea muy inexacta  al comienzo y que, posiblemente, si se dan los pasos correctos, mejore con el tiempo.

Aquí aparecen dos cuestiones muy importantes. Por un lado, está claro que la perfección no existe, hablamos de establecer relaciones humanas, por lo tanto, si queremos tener amigos, pareja, compañeros,…, debemos de ser conscientes de que todos fallaremos a menudo en la interpretación de nuestras intenciones y que, consecuentemente, en nuestra comunicación con estos, nos desviaremos de lo que buscamos.

Un segundo punto a destacar es que, para lograr mejorar la manera en la que interactuamos con el otro, es necesario atender a la misma lógica que la usada para otros aprendizajes, es decir, necesitamos usar la información de los demás para poder ir corrigiendo las desviaciones e, igualmente, ofrecérsela a los demás para que estos también puedan ir acercándose cada vez más a lo que nosotros necesitamos.

Estas dos últimas ideas conducen a la irrefutable conclusión de que si queremos mantener relaciones sanas con los demás, debemos interpretarlo como un proceso de aprendizaje en el que todos nos equivocaremos en múltiples ocasiones, que esto nos provocará daño y que, para que esto evolucione, debemos poner nuestro empeño en ir aprendiendo del otro cuáles son sus pensamientos y emociones y, de igual manera, debemos facilitárselo a ellos. Sin esto, al igual que todos los demás aprendizajes, las metas nunca se podrán alcanzar.

 

AUTOR: JUAN ANTONIO ALONSO.

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