Francisco tiene una relación muy cercana con su hermano, siempre que tienen un problema se llaman y hablan sobre todo lo que les ocurre. Sin embargo, cuando alguna vez este ha hecho algo con lo que él no está de acuerdo, ha preferido no decir nada o, las pocas veces que se ha atrevido a hacerlo, lo ha hecho de una forma muy tímida. Podría decirse que le resulta muy fácil abrirse y contar sus problemas, deseos, miedos,…, mientras que le es muy difícil hacer una crítica. Con su padre todo es muy diferente, no tiene esa intimidad y, además, se enfrentan en discusiones muy a menudo. Francisco no le permite a este que entre en sus asuntos y no tiene ningún reparo en hacérselo saber. Por otro lado, la relación con su madre es entrañable y, aunque en las conversaciones con ella no profundiza tanto como en el caso de su hermano, tienen una necesidad de expresar y compartir su cariño muy superior a la del resto de los integrantes de su familia. Si alguna vez madre e hijo tuvieron que reprocharse algo, las pocas veces que ocurrió, fue de una forma muy tímida.
Marta habla todos los días con sus padres, estos opinan sobre todo lo que hace e intentan intervenir en sus decisiones, eso sí, ella no duda en defender su forma de ver las cosas y rara vez cambia sus decisiones conforme a las directrices de sus progenitores. Así, son muy frecuentes las disputas entre ellos, llegando a levantarse la voz en numerosas ocasiones. En lo referente a su hermana y hermano, la manera de comunicarse es bastante similar a la que tiene con sus padres. Así, en esta familia todos intentan imponer su criterio y, a la vez, cada uno defiende sus opiniones de una manera férrea. Aquí, las muestras de afecto son pocas, eso sí, cuando alguno ha tenido algún problema, todos han hecho piña y han peleado juntos por buscar soluciones.
Estas dos personas, Francisco y Marta, son pareja. A él no le gustan una serie de situaciones que ha visto en su casa, en las que están implicados su madre y su hermano. Este último tuvo algún problema económico, ella lo ayudó prestándole algún dinero y, debido a la no devolución en la forma convenida, esta pasó alguna estrechez. Marta no entiende como Francisco no interviene para exigir a su hermano que reponga el dinero que debe. Es más, reprocha a su pareja el ser tan permisivo y esto les está llevando a discutir entre ellos de manera cada vez más frecuente e intensa.
Esta situación, ficticia, recoge realidades de las que se suelen ver habitualmente en las terapias de pareja de cualquier gabinete psicológico. El no aceptar la actitud de la pareja, en lo relativo al comportamiento con padres y hermanos, crea mucho malestar en las relaciones. En este caso, vemos como Marta no logra entender la manera en la que Francisco actúa y, consecuentemente, ella intenta hacerle ver que existen otras formas más justas. En otras palabras, Marta intenta convencer a Francisco de cómo han de hacerse las cosas. Este último no le quita razón, pero se ve incapaz de llevarlo a cabo como ella se lo pide y, conforme ella le insiste más, el también le señala las cosas de su familia con las que este no está conforme. Al final, suelen caer en discusiones tremendas que están haciendo peligrar la relación de pareja.
Estas dos personas están incurriendo en un error muy común, intentar interpretar las relaciones familiares del otro en función de las que ellos tienen con la suya, lo cual sólo puede llevarles a lo que ya les está conduciendo, al conflicto. La razón es que las relaciones familiares son muy exclusivas de cada grupo. Se podría decir que la manera en la que los miembros se relacionan entre sí sería algo así como la huella dactilar de la familia, son prácticamente irrepetibles entre grupos diferentes.
En lo expuesto al comienzo, podemos ver que los dos, Francisco y María, mantienen lazos muy cercanos con algunos miembros en algunos asuntos, mientras que lejanos en otros. Así, las conductas que son fáciles para unos en determinado campo, lo son complicados en otro. Por ejemplo, mientras que para Francisco es muy sencillo contar sus sentimientos profundos en cualquier tema propio a su hermano, le cuesta horrores hacerle una crítica y, sin embargo, con su padre será todo lo contrario. Marta, por su lado, se relaciona de una manera muy diferente. Para ella es muy sencillo hacer crítica, pero casi imposible la apertura emocional. Por lo tanto, cuando los dos miembros de la pareja intentan valorar el comportamiento del otro en función de lo que ellos han vivido en su hogar de origen y, además, convencerlo de que es lo correcto, lo único que provocan es tensión y malestar.
Es una realidad que cada grupo familiar tiene su propia idiosincrasia y que es imposible que esta coincida con la de aquel con el que decide compartir una relación de pareja. Por lo tanto, los esfuerzos de estos, no deberían ir encaminados a intentar hacer ver al otro la manera de comportarse con padres y hermanos que ellos consideran correctos, por el contrario, sus esfuerzos deberían encaminarse a entender la realidad del otro y, sólo desde el respeto, poder aportar sus puntos de vista.
Autor: Juan Antonio Alonso.
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