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LA MENTE DE MONO

Si prestamos atención a nuestra mente, independientemente de la hora del día o de lo que estemos haciendo,  seguro que observaremos algún pensamiento. Podría decirse que  esta siempre parece estar funcionando,  solo ofreciendo tregua en los momentos en los que estamos durmiendo y  los sueños no están activos.

En ocasiones nuestras deliberaciones son voluntarias; por ejemplo, cuando intentamos resolver un problema concreto o nos esforzamos por recordar una u otra cosa. Puede decirse que podemos y solemos utilizar nuestra mente como una herramienta práctica que nos ofrece diferentes posibilidades.

Más numerosos son los momentos en los que nuestro pensar no es voluntarios y si automático. Cuando hacemos esto pasamos de una cosa a otra de manera continua; divagando entre recuerdos del pasado, planificaciones futuras e interpretaciones del presente. Proceso en el que no solo pensamos, sino que también sentimos a través de las diferentes emociones asociadas a los contenidos: tristeza, alegría, miedo, enfado, etc.

 

A esta última forma de pensar es lo que se conoce en el argot budista como mente de mono, la cual también ha recibido a lo largo de la historia otros curiosos nombres como la loca de la casa; usado por la mística española Santa Teresa de Jesús. 

En la actualidad, gracias al interés que la ciencia está volcando en el funcionamiento cerebral y, de manera más concreta, de los diferentes procesos psicológicos que ocurren en este, se ha podido identificar un circuito neuronal concreto que sustenta este modo de pensar: la denominada red neural por defecto en la que intervienen diferentes estructuras del cortex prefrontal, cortex cingulado posterior, lóbulo parietal, lóbulo temporal, formación hipocámpica y áreas motoras del lenguaje.

 

Autor: Juan Antonio Alonso

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